Corazón del Cielo
Corazón del Cielo:
En temporada de Jurakánes
Francisco Javier Chaín Revuelta
Otra aportación Maya al mundo es la palabra “Jurakán” que se documenta en el libro Popol wuj. La voz en español “huracán”, en inglés escribe “hurricane”, en francés “ouragan”, en alemán “orkaan”, en italiano Uragano, en portugués Furacão, y asi por el estilo. Ahora el reciente Jurakán o “Rayo de Una Pierna” se llamó “Emily” (Emilio) en su visita (Julio 18) a la península yucateca (Playa del Carmen, 175 km/h con rachas de 220 km/h)
La ocasión es para recordar que un Jurakán es un tipo de ciclón tropical, término genérico que se usa para cualquier fenómeno meteorológico que tiene vientos en forma de espiral y que se desplaza sobre la superficie terrestre. Generalmente corresponde a un centro de baja presión atmosférica y de temperatura más alta que la que hay inmediatamente alrededor. Tiene una circulación cerrada alrededor de un punto central. Los ciclones tropicales se clasifican de acuerdo a la velocidad de sus vientos: Se denominan depresión tropical (abajo de 65 km/h) Tormenta tropical (abajo los 118 km/h) y Huracán cuando alcanza y rebasa los 119 km/h. En la escala Saffir-Simpson es categoría uno (C1) entre 119 y 153 km/h (C2) entre 154 y 177 km/h (C3) entre 178 y 209 km/h (C4) entre 210 y 249 km/h y Categoría cinco cuando alcanza y/o rebasa velocidades de 250 kilómetros por hora.
En el Popol wuj (Antiguas historia de los Quichés) encontramos que Jurakán, un pié, llamado también Corazón del Cielo, Uc’ux Caj, Corazón de la Tierra, Uc’ux Ulew, tenía tres manifestaciones: Caculjá Jurakán, Chipí Caculjá y Raxá Caculjá. Así eran tres el corazón del cielo. Se manifestó la creación de los árboles y de la vida y de todo lo demás que se creó por el Corazón del Cielo, llamado Jurakán. La primera manifestación de Jurakán se llamaba Caculjá Jurakán, El Rayo de Una Pierna. La segunda manifestación se llamaba Chipí Caculjá, El Más Pequeño de los Rayos. Y la tercera manifestación se llamaba Raxá Caculjá, Rayo Muy Hermoso. Y así son tres el Corazón del Cielo.
La doncella Xquic, hija de Ajaw Cuchumaquic, oyó contar cómo había fructificado aquel árbol seco y le entró curiosidad por ver el prodigio. Viendo el árbol cargado de fruto, díjose: “No he de irme sin probar de este fruto, que no moriré por ello” Pensándolo estaba cuando le habló la cabeza que estaba en el horcón del árbol y le dijo: -“¿Por ventura deseas de todo corazón de esa fruta?” –“Si, deseo”, contestó la doncella. –“Pues extiende la mano derecha”, dijo la calavera. Xquic extendió la mano y le vino derecho un chisguete de saliva y mirándose ella la palma no vió cosa alguna. Díjole la calavera: -“Esa saliva que te he arrojado es la señal de descendencia que de mí dejo. Anda, sube a la tierra y al mundo, y no morirás.” Esto fue así dispuesto y mandado por la sabiduría de Jurakán, de Chipí Caculjá y de Raxá Caculjá, que son el Corazón del Cielo. Regresó la doncella a su casa y concibió, solo con aquella saliva, a dos muchachos que fueron Junajpú e Xbalamqué. Pasados seis meses reparó Cuchumaquic en su hija y juntando a consejo a todos los de Ajawab, les dijo: -“Esta mi hija ha procedido con deshonestidad” El tribunal la condenó a que la llevaran lejos y le quitaran la vida, aunque ella dijo: -“Padre y señor mío, no he conocido varón.” Los mensajeros regresaron a los señores un coáagulo en lugar del corazón de la doncella Xquic y esta se dirigió hacia Ulew, la Tierra. fjchain@hotmail.com
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