sábado, julio 23, 2005

NUESTRO INDIVIDUALISMO


Nuestro individualismo:
Sin esperanza y con nostalgia

Francisco Javier Chaín Revuelta

Ilusionada canción pregona que la luna de Octubre es más hermosa que otro mes, pero hace mucho, en lo profundo de la cuenca del Mediterráneo, los antiguos se mofaban de aquellos que declaraban la luna de Atenas mejor que la de Damasco. Los tarahumaras explican claramente a los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que ellos son más fuertes y guapos porque Dios al hacerlos sopló dos veces y no una como como a los ñengos españoles. Que Dios tiene por costumbre elegir primero al pueblo Judío es admitido prejuicio. Francisco González Bocanegra a mediados del siglo XIX hacia notar que el dedo de Dios, desde el cielo escribió el eterno destino de los mexicanos y Ramón López Velarde, a principios del XX, confirmaba lo anotado: El Niño Dios te escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo. Prosiguen escritores como Ramos y Paz que atienden buscar identidad y rasgos mexicanos. Ignoran, sin embargo, a los mexicanos; entre sus páginas los definen en función de hechos externos del pasado como la conquista española, Cortés y la Malinche, mitos aztecas, Quetzalcoatl o la tradición católica.

El mexicano a diferencia del greengo y de casi todo europeo no se identifica con el Estado, la razón atribuible a que en el país los gobiernos son nefastos y que el estado es impersonal, abstracto. El mexicano es individuo, no ciudadano. El dicho de Hegel “El estado es la realidad de la idea moral” le parece broma cruel. La películas y series de TV de 100 canales siempre proponen a la admiración el caso de un hombre (generalmente un periodista) que busca la amistad de un criminal para entregarlo después a la policia; el mexicano, para quien la amistad es una pasión y la policia una Maffia, siente que ese hombre es un incomprensible y asqueroso canalla. Siente como Don Quijote que “allá se lo haya cada quién con su pecado” y que “no es bien que los hombres honrados sean verdugos de los otros hombres, no yéndoles nada en ello” (Quijote, I, XXII) Si alguien piensa que diferimos de España estas líneas convencen del error, son tranquilo simbolo de nuestra identidad.

El greengo juzga como bueno un libro que ha merecido un premio cualquiera, el mexicano admite la posibilidad de que no sea malo. El heroe popular es el hombre que pelea solo contra los federales. No en cualquier país hay literatura donde un rebelde atrapado por los federales salta al descubierto bragado y firme con pistolas haciéndose escuchar “Entren pelones, que con mis huevos me basta” antes de caer acribillado en la plaza de Omealca. El coronel lamenta no haber tenido tiempo de ponerse de su lado y enfrentarse a sus propios soldados (Testimonios de Tecuán, Fernando Salmerón Tinajero, Ficción, Xalapa, Universidad Veracruzana)

El más urgente problema es la gradual intromisión del Estado en los actos del individuo. Sin esperanza y con nostalgia pienso en un partido que tuviera alguna afinidad con los mexicanos, un partido que nos prometiera (digamos) un severo mínimo de gobierno.