Elmaestro
EL MAESTRO
Francisco Javier Chaín Revuelta
Aunque la milenaria conseja dice: “Dímelo y lo olvidaré, enséñame y lo recordaré, involúcrame y aprenderé, hazte a un lado que yo lo haré” Muchos de los llamados maestros aún se oponen a involucrar a sus alumnos y más se resisten hacerse a un lado. La causa es su enajenación de poder para no perder posición y privilegio que la sociedad confiere a todos los actores del teatro magisterial.
Por la misma naturaleza de nuestro intelecto, las ideas deben surgir por abstracción de nuestras percepciones: éstas, pues, las percepciones, suceden antes que las abstracciones. Al cumplirse puntual y naturalmente este proceso, como le ocurre a quien no tiene otro maestro ni otro libro que la propia experiencia, el hombre sabe perfectamente que percepciones se ocultan bajo cada una de sus ideas y lo que estas representan. Conoce exactamente unas y otras, y las aplica con justa medida a todo lo que se presenta. Este proceso se conoce como educación natural.
Muy al contrario, la educación artificial, los relatos, las enseñanzas, y las lecturas atiborran de nociones el cerebro, con la prioridad a todo contacto de alguna transcendencia con el mundo visible. Se cuenta con que la experiencia aporte más tarde las percepciones que confirmarán todas estas nociones; pero mientras tanto, éstas son aplicadas a errores, y por tanto absurdamente juzgados las cosas y los hombres, vistos bajo un prisma falso, estudiados oblicuamente. Tal educación es un engendro de cerebros irregulares. He aquí por qué en nuestra juventud después de haber aprendido y leído mucho, con frecuencia hacemos nuestra entrada en el mundo con aire a la par bobalicón y picaresco, y nos mostramos inquietos y fatuos. Nuestro cerebro está lleno de nociones que nos esforzamos por aplicar, pero que aplicamos casi siempre mal. Es el efecto al habernos sometido a un método directamente opuesto al desarrollo natural de nuestro espíritu, que coloca a las nociones antes que a las percepciones. En efecto, los maestros, en vez de examinar con atención en el niño las facultades, ponderarlas y disponerse a desarrollarlas, sólo se aplican a llenar su cabeza de ideas y hechos extraños. Más tarde se pretende rectificar por una larga experiencia todos esos juicios derivados de una errónea aplicación de las nociones; rara vez se consigue. He aquí por qué tan escasas personas cultas tienen ese buen sentido que frecuentemente resplandece en las gentes sin ilustración.
Se deduce de las precedentes reflexiones que el punto capital de la educación sería emprender rectilíneamente el conocimiento del mundo, objeto verdadero de toda educación. Es menester en primer término para esto, que en cada cosa la percepción preceda a la noción, la noción simple a la noción más compleja y que la enseñanza íntegra se lleve a cabo en el orden presupuesto por las nociones de las cosas. Si en la cadena falta un eslabón, según las nociones deficientes y en pos de estas las absurdas, y al fin, una opinión del mundo viciada individualmente como no pocos la llevan durante largo tiempo en su cabeza y muchos siempre. Quién se examine a si mismo, advertirá que, ya en edad muy madura, y a veces súbitamente, ha comprendido de modo claro y pleno muchas cosas y muchas relaciones bien sencillas. Hasta entonces su conocimiento del mundo estuvo velado por las tinieblas derivadas de su primera educación artificial, amañada por los hombres del poder y ejecutada por los actores del gran teatro magisterial. fjchain@hotmail.com