lunes, agosto 01, 2005

La devastación del mundo


La tercera ola:
La devastación del mundo
Francisco Javier Chaín Revuelta

Si con cruel colonización inica el imperialismo globalizador, la revolución industrial da otro paso destructivo; luego con colapso del sistema soviético y de los regímenes nacionalistas populares del tercer mundo, continúa la expansión capitalista con una tercera ola devastora del mundo. Los objetivos del capital dominante siguen siendo los mismos -el control de la expansión de los mercados, el saqueo de los recursos naturales de la tierra, la superexplotación de las reservas de trabajo en la periferia- aún cuando todo esto se persiga bajo condiciones que son nuevas y en muchos respectos muy diferentes de las que caracterizaron la fase precedente del imperialismo.

El discurso ideológico diseñado para asegurar el predominio de los pueblos de la tríada central (USA, Europa Occidental, Japón) ha sido remozado y ahora se funda en "el derecho a intervenir" que supuestamente se justifica en "la defensa de la democracia" "los derechos de los pueblos" y en el "humanitarismo" Los ejemplos de duplicidad son tan flagrantes que para Africanos y Asiáticos llega a ser obvio el cinismo con que se usa este lenguaje. La opinión occidental, sin embargo, ha respondido con el mismo entusiasmo como frente a las justificaciones de las primeras fases del imperialismo.

Todavía hay más, para sus fines los Estados Unidos llevan a cabo una estrategia sistemática diseñada para asegurar su absoluta hegemonía mediante una demostración de poder militar que consolida tras él a todos los socios de la Tríada. Desde este punto de vista, la guerra de Kosovo cumplió con una función crucial, obtener la total capitulación de los estados de Europa, que apoyaron la posición americana sobre los nuevos "conceptos estratégicos" adoptados por la OTAN, inmediatamente después de "la victoria" en Yugoslavia en abril 23-25 de 1999. En este "nuevo concepto" (referido rudamente al otro lado del Atlántico como "la doctrina Clinton") la misión de la OTAN queda, para todos los fines prácticos, extendida a toda el Asia y el África ( Estados Unidos desde la Doctrina Monroe se ha reservado unilateralmente el derecho a intervenir en América) lo que viene a ser una admisión de que la OTAN ya no es una alianza defensiva sino un arma ofensiva de USA. Al mismo tiempo, esta misión es definida en los términos más vagos que se pudiera imaginar, para incluir nuevas "amenazas" (crimen internacional, "terrorismo", el "peligroso" armamento de países que están fuera de la OTAN, etc.) lo que llanamente hace posible justificar casi cualquier agresión que pudiera antojársele a USA. Clinton, no se hizo de rogar para referirse a "estados deshonestos" a los que habría que atacar "preventivamente" sin especificar lo que quería decir por la tal deshonestidad. Agréguese que la OTAN se libera de toda obligación para actuar sólo bajo un mandato de las Naciones Unidas, que es tratada con un desprecio similar al que mostraron los poderes fascistas con la Liga de las Naciones (hay una asombrosa similitud en los términos utilizados)

Hay que señalar para terminar la nota, que por ser asunto de “intelectuales” esta devastación mundial nunca ha preocupado a políticos y próceres de estas aldeas veracruzanas; lo que ellos anhelan (aparte de ser “muy ricos”) son inversiones extranjeras-espejitos a cambio del oro-recursos nacionales, aunque, a decir verdad, sólo ocupan su tiempo en chismes de lavadero. fjchain@homail.com

La construcción de un gran espacio europeo


Las clases dirigentes:
La construcción de un gran espacio europeo
Francisco Javier Chaín Revuelta

Citamos que la independencia de las Américas fue aparente; no la alcanzaron los indígenas sino los mismo colonos que intentaron trasformar América en segunda Europa. La independencia reconquistada por los pueblos de Asia y África si buscó un significado diferente. Las clases dirigentes de los países coloniales de Europa no dejaron de entender que se había dado vuelta una página en la historia. Se dieron cuenta que debían abandonar el punto de vista tradicional de que el crecimiento de su economía capitalista doméstica estaba unido al éxito en la expansión imperial. Era el punto de vista que había sido mantenido no sólo por los poderes coloniales—primordialmente Inglaterra, Francia y Holanda—sino también por los nuevos centros capitalistas formados en el siglo XIX—Alemania, EEUU y Japón. De acuerdo a esto, los conflictos intra-Europeos e internacionales eran primordialmente luchas por las colonias del sistema imperialista de 1492. Se entendía que los EEUU se reservaba para sí los derechos exclusivos sobre todo el nuevo continente.

La construcción de un gran espacio Europeo -desarrollado, rico, que contara con un potencial tecnológico y científico de primera clase, y fuertes tradiciones militares- pareció constituir una sólida alternativa sobre la que se podía basar el nuevo crecimiento de la acumulación capitalista "sin colonias" esto es, sobre la base de un nuevo tipo de globalización, diferente a la del sistema de 1492. El problema que quedaba en pie, era cómo, de qué manera, este nuevo sistema mundial podía diferenciarse del antiguo, si continuaba siendo tan polarizado como el anterior, aún con una nueva base, o si dejara de ser así.

Sin duda, esta construcción, que está muy lejos de terminarse, pero que sí está atravesando una crisis que pone en cuestión su significado a largo plazo, sigue siendo una tarea difícil. No se han encontrado todavía fórmulas que hagan posible la reconciliación de las realidades históricas de cada nación, que tanto pesan sobre la formación de una Europa políticamente unida. Agréguese a eso, la visión de cómo este espacio económico y político europeo pueda calzar con el nuevo sistema global, que tampoco está construido, lo hace que todo permanezca ambiguo, para no decir nebuloso. ¿Será este espacio económico el rival del otro gran espacio, el que fue creado en la segunda Europa por los EUA? De ser así, ¿de qué modo esta rivalidad afectará las relaciones de Europa y de los EUA con el resto del mundo? ¿O actuarán en concierto? En este caso, ¿los europeos aceptarán participar como socios en esta nueva versión del sistema imperialista de 1492, manteniendo sus opciones políticas en conformidad con Washington? ¿Bajo qué condiciones la construcción de Europa podría ser parte de una globalización que pusiera fin definitivo al sistema de 1492?
fjchain@hotmail.com

La unión hace la fuerza


La unión hace la fuerza
Francisco Javier Chaín Revuelta

Es clásica aquella clase objetiva de las escuelas primarias dónde el maestro entregaba a cada uno de los niños y a cada una de las niñas del salón, un trozo de mecate delgado de 50 centímetros (cm) de longitud, para luego pedirles que sujetando firmemente cada extremo con cada una de sus manos lo tensaran hasta romperlo; cosa que cada uno de los alumnos y cada una de las alumnas lograba hacerlo, es decir, rompía el trozo de mecate en dos partes. Acto seguido el profesor sacaba un conjunto de 30 mecates de igual tamaño (de 50 cm de longitud cada uno) y todos juntos atados con otro mecate. Este atado lo pasaba para que intentaran romperlo; por supuesto nadie lo lograba. La frase con que el maestro completaba la clase antes de salir al recreo era ¡La unión hace la fuerza!

Lo anterior viene a recreo, o si quiere usted a cuento, porque esa enseñanza no tiene nada de extraordinario y mucho de común; así vemos que no vivimos aislados sino juntos, que muchas especies animales viven en manadas, que para hacer trabajos especializados las células se agrupan de especial manera, y que ejemplos en este tenor son casi infinitos. En las organizaciones sociales, que con buen tino copian a la naturaleza, pronto conocieron y se apropiaron de la fuerza de la unión para triunfar en las guerras, que además de la calidad y potencia de las armas empleadas, debían contar con la sincronía de diversos batallones y grupos especializados, es decir, el trabajo en conjunto y en comunión.

Cuando la revolución industrial dio arranque a la devastación capitalista, acabo con la vida de millones de seres humanos, que fueron los primeros obreros, individuales y desprotegidos que fueron esclavizados, exprimidos y muertos en las primeras fábricas. Si le gustan las historias de terror, nada mejor que la historia de las primeras factorías inglesas. Las cosas empezaron a cambiar hasta que los obreros empezaron a agruparse al igual que empezaron a agruparse los propietarios de las industrias. Las sociedades mutualistas de Río Blanco, Nogales, Mendoza y Orizaba a fines del porfiriato dieron origen a fuertes sindicatos, a grandes uniones, que trajeron riqueza y desarrollo económico a la región, y cuyos miembros pudieron llevar una vida menos embrutecedora que cuando se contrataban de individual manera. Que había que pagar una cuota cara por la unión y mantener una vida de príncipes para los líderes, eso es cierto, pero aun así el costo es muchísimo menor que actuar al descubierto y ser presa fácil de los capitalistas. ¿Acaso no mantenemos como príncipes a nuestros presidentes y líderes políticos, acaso no pagamos altos impuestos al Estado para poder vivir protegidos en nuestra vida cotidiana y contar con servicios comunitarios? Los partidos políticos más que partidos son “unidos” por una ideología común. Los capitalistas reconocen esto y se agrupan, para su defensa, en canacos, canacopes, canacintras, coparmexes, asociaciones de industriales, de banqueros, de taxistas, de esto y de aquello. Unidos por actividad es más difícil que los quiebren. Todo esto viene a cuento porque “iluminados” de la federación como Usabiaga, Fox y lacayos locales, quieren (no podrán) desmembrar a nuestros campesinos cañeros para entregar la caña de México a la industria estadounidense de la fructuosa y a las transnacionales refresqueras. Su lamentable papel es mentir a los productores al decir que conviene más negociar un contrato individual que un contrato colectivo. Nadie se chupa el dedo todos sabemos que la unión hace la fuerza y se resiste mejor a los vende patrias. fjchain@hotmail.com

El Capitalismo: Devastación civilizadora


El Capitalismo: Devastación civilizadora
Francisco Javier Chaín Revuelta

En la anterior nota de imperialismo y globalización se menciona la colonización como fase inicial de la cruel expansión capitalista. Para continuar con infamias, el Foro Mundial Social documenta la segunda fase de la devastación imperialista basada en la revolución industrial y que se manifestó en la sujeción colonial de Asia y de África "Para abrir los mercados" como el del opio, impuesto a los chinos por los puritanos ingleses. Apoderarse de los recursos naturales del globo fueron los motivos reales. Pero una vez más, la opinión europea, incluyendo el movimiento obrero, no ve esta realidad y acepta el discurso legitimador del capital llamado “Misión civilizadora" Las voces que expresaron el pensamiento más claro de la época fueron las de los burgueses cínicos, como Cecil Rhodes, que apreció la conquista colonial como un antídoto a la revolución social en Inglaterra. Una vez más, las voces de protesta —desde la Comuna de Paris a los bolcheviques— tuvieron poca resonancia.

Esta segunda fase del imperialismo está en el origen del más grande problema con el que se ha enfrentado la humanidad: la inmensa polarización que ha aumentado la desigualdad entre las gentes de una proporción de dos a uno en los alrededores del 1800, a la de 60 a 1 en nuestros días, en donde sólo el 20% de la población mundial queda incluída en los centros que se benefician con el sistema. Al mismo tiempo, esos prodigiosos logros de la civilización capitalista dieron lugar a las más violentas confrontaciones entre los poderes imperialistas que el mundo haya visto. La agresión imperialista otra vez produjo las fuerzas que resistieron ese proyecto: las revoluciones socialistas que ocurrieron en Rusia y en China (de un modo nada de accidental, todas ocurrieron en periferias que eran víctimas de la expansión polarizadora del capitalismo realmente existente) y las revoluciones de liberación nacional. Su victoria dio medio siglo de respiro, tras la Segunda Guerra Mundial, que alimentó la ilusión de que el capitalismo, obligado a ajustarse a las nuevas situaciones, al menos se las había arreglado para llegar a civilizarse.

La cuestión del imperialismo (y tras ésta, su opuesto—la liberación y el desarrollo) han continuado pesando en la historia del capitalismo hasta el presente. Así la victoria de los movimientos de liberación que justo después de la Segunda Guerra Mundial gana la independencia política de naciones de Asia y de África, no sólo pusieron fin al sistema del colonialismo sino que, también, de cierta manera llevó al final de la era de la expansión Europea que había comenzado en 1492. Durante cuatro siglos y medio, desde 1500 a 1950, esa expansión había sido la forma adoptada por el desarrollo del capitalismo histórico, de modo que estos dos aspectos de la misma realidad habían llegado a ser inseparables. Para ser más exactos, el "sistema mundial del 1492" ya había sido roto a finales del siglo XVIII y a comienzos del XIX por la independencia de las América. Pero esta quiebra había sido sólo aparente, ya que la referida independencia se alcanzó, no por los indígenas o los esclavos importados por los colonos (excepto en Haití) sino por los mismos colonos, que intentaron transformar a América en una segunda Europa. La independencia reconquistada por los pueblos de Asia y África buscó un significado diferente. fjchain@hotmail.com

Imperialismo y globalización


Foro Mundial Social:
Imperialismo y globalización
Francisco Javier Chaín Revuelta

El Foro Social Mundial es donde se discute la globalización alternativa de los oprimidos y se propone un camino sano y opuesto a esa barbarie que es el imperialismo globalizador. El imperialismo no es etapa, ni siquiera la cumbre del capitalismo. Desde el comienzo es inherente a la expansión del capitalismo. La conquista imperialista del planeta por los europeos y sus hijos norteamericanos, se realizó en dos fases y quizás esté entrando en la tercera.

Los lectores de El Mundo, hijos también de la colonización, pueden entender que la primera fase de esta empresa se organizó en torno a la conquista de América y dentro del marco del sistema mercantil de la Europa Atlántica de aquella época. El resultado claro fue la destrucción de las civilizaciones indígenas y la cristianización o en otro caso el genocidio total sobre el que se construyó el país de los estadounidenses. El racismo de los colonos anglosajones explica por qué el modelo se reprodujo en todas partes, en Australia, en Tasmania (el genocidio más completo de la historia) y en Nueva Zelanda. Si los católicos españoles actuaban en nombre de la religión que debía ser impuesta a los pueblos conquistados, los protestantes anglosajones derivaban de su particular lectura de la Biblia el derecho a eliminar a los "infieles". La infame esclavitud de los negros, que se hizo necesaria tras el exterminio de los indios, se impuso bruscamente para asegurar que las partes útiles del continente pudieran ser explotadas. Nadie hoy día puede dudar de los motivos reales de todos estos horrores, al menos que se ignore su relación íntima con la expansión del capital. Sin embargo, los europeos contemporáneos aceptaron el discurso ideológico que los justificaba y las voces de protesta como la del Padre Las Casas no han encontrado hasta la fecha) simpatizantes.

Los desastrosos resultados que produjo este primer capítulo de la expansión capitalista mundial, hicieron que más tarde las fuerzas de liberación desafiaran la lógica de su producción. Entre las primeras revoluciones del hemisferio Occidental fue la de los esclavos de Santo Domingo (hoy Haití) a fines del XVIII, seguida más de un siglo después por la revolución mexicana de 1910, y cincuenta años después por la revolución Cubana. Y si no mencionamos las revoluciones “independistas” de las colonias, es porque éstas sólo transfirieron el poder de decisión de las metrópolis a los colonos de modo que éstos continuaron haciendo lo mismo, persiguiendo los mismos proyectos aún con mayor brutalidad, sólo que sin tener que compartir las ganancias con la Madre Patria.
La segunda fase de la devastación imperialista se basó en la revolución industrial y se manifestó en la sujeción colonial de Asia y de África "Para abrir los mercados" como el del opio, impuesto a los chinos por los puritanos ingleses. Apoderarse de los recursos naturales del globo fueron los motivos reales que todos sabemos. Pero una vez más, la opinión europea, incluyendo el movimiento obrero, no ve esta realidad y acepta el discurso legitimador del capital llamado “Misión civilizadora". Pero aún hay mil y un infamias que podrá otro día leer aquí en su diario. fjchaín@hotmail.com